viernes, 10 de agosto de 2012


Yo tenía alrededor de 14 años, me interesaba por las chicas, pero en su justa medida. Había bajado al supermercado a comprar un bote de tomate que mi madre me había encargado, cada vez que a mi madre no se le ocurría nada que cocinar hacia espaguetis. Una vez dentro del supermercado agarre el bote de tomate de la marca que me habían encargado y me dedique durante 5 minutos a mirar, buscar y pensar que me iba a comprar. Al final me decante por un pequeño bote de galletitas saladas.

En la larga cola de la caja estuve pensando en que hacer esa tarde, eran las vacaciones de verano y me sentía ya adulto para hacer lo que quisiese, al final tome la decisión, a lo mejor bastante infantil, de quedarme toda la tarde jugando a video juegos. Cuando estaba metiendo la compra dentro de la bolsa de plástico,  bolsas que siempre me han dado mucho asco por el tema medioambiental, es cuando vi  fugazmente su  silueta, supongo que es la misma sensación que tiene los católicos fervientes cuando dicen que han visto un ángel,  cuentan que sienten un paz interior descomunal, que todos tus pensamientos tristes desaparecen, pero que pasa tan rápido que ni siquiera eres capaz de verlo con claridad. Durante ese fugaz instante vi una melena larguísima y pelirroja, no me dio tiempo a ver nada mas ya que ella estaba entrando en la tienda y yo saliendo. Pensé millones de frases que decirle en un solo segundo, pero no pude abrir la boca, lo único que hice fue sujetar la puerta para que entrase y recibir un “muchas gracias” por su parte. A continuación cerré la puerta embelesado.

Han pasado muchos años y ese sentimiento nunca lo volví a tener, tuve muchos parecidos, pero aquello no se me olvidara en la vida.

martes, 6 de marzo de 2012

Adicción

Animado al leer relatos de un amigo, me he animado a escribir algo.

La única instrucción que se debe seguir en el texto, es respetar las pausas de los puntos para poder apreciar el carácter reflexivo del texto. Si os apetece escuchar música durante la lectura, esta quizá guste.








Otra vez me despierto en una cama desconocida, el sabor del tabaco, el olor a sudor, todas sensaciones demasiado familiares, me apetece llorar… pero no puedo.

Adicción

Me levanto y voy al baño, está sucio. Intento darme una ducha rápida para huir antes de que se levante. No hay agua caliente. Rebusco en los armarios algún tipo de enjuague bucal, encuentro uno de color verde. Siento mucho frio. 

Al salir del baño me fijo por primera vez, es mucho más joven que yo. Recojo mis cosas y salgo lo más rápido que puedo del apartamento. En el ascensor veo mi reflejo, el pelo alborotado, las ojeras marcadas, intento arreglarme antes de salir a la calle, no hay manera. La mirada de una mujer al salir del ascensor me hace sentir culpable. Me hace sentir desnuda...

La calle está desierta un domingo por la mañana. No sé exactamente en qué barrio estoy. El frio de la mañana es cortante, no me hace sentir mejor. Miro el reloj por primera vez, no he sido consciente de la hora hasta este momento, son las siete y media de la mañana. Me encamino calle abajo buscando una parada de metro, de autobús, de taxi, de algo…

Llego a una cafetería, pido un café bien caliente. El camarero mira mis medias, no me he dado cuenta de que están rotas, me lo bebo rápidamente y pido indicaciones.

Ando durante diez minutos y llego a una parada de taxis situada delante de una biblioteca, me hace recordar que mañana tengo exámenes que corregir, me hace recordar la rutina en la que tan agradable me sentía.

El metro esta desierto salvo por dos chicos, seguramente vuelvan a sus casas después de una noche de fiesta, noto que me miran con deseo, noto que hablan de mí. No me siento cómoda, no me siento bien. Vuelvo a tener frio.

Llego a casa después una hora de viaje. Mientras me ducho me resbalan por la cara unas lágrimas, ni siquiera me he dado cuenta de que estaba llorando. Al salir del baño escucho un ruido. En la cocina veo a Luis, me mira con sus ojos azules, me mira sonriendo, sé que me quiere, sé que le quiero, no me conoce.